Einmal mehr in meinem Leben fühle ich mich emotional gedrängt, etwas über den Internationalen Frauentag zu schreiben. Ich bin seit dem 31. Januar 2023 in meinem Heimatland Chile. Diese Reisen habe ich regelmäßig bis zum Beginn der Pandemie im Frühjahr 2020 unternommen, als die Grenzen in vielen Teilen der Welt geschlossen wurden, um diese verdammte Pandemie zu stoppen.
Meine ersten Kontakte mit der chilenischen Gesellschaft waren meine täglichen Ausflüge in meiner Region. In allen Straßen sieht man die dort existierende Armut, wo Hunderte von Straßenverkäufer:innen, die zumeist den verschiedenen Migrationsgruppen in Chile angehören und aus Haiti, Venezuela, Kolumbien, Ecuador, Peru und Bolivien aber auch aus Chile selbst stammen, um ein paar Einnahmen kämpfen.
Eines Abends, als ich gegen 20.00 Uhr aus meiner Heimatstadt Linares nach Talca zurückkehrte, beobachtete ich, wie die Straßenverkäufer mit großen Plastiktaschen und Säcken mit Waren zu ihren nächtlichen Aufenthaltsorten zurückkehrten. Vor mir sah ich ein Mädchen von nicht mehr als sieben Jahren, das in einem kleinen Karren einen großen Sack mit Waren hinter sich her zog und ihre Mutter vor sich noch einen viel größeren Sack über den Bürgersteig schleppte.
Irgendwann hörte ich, wie das Mädchen weinend zu ihrer Mutter sagte: „ Ich kann nicht mehr, die Last ist sehr schwer!“ Und ihre Mutter entgegnete ihr zärtlich: „Lass uns bis zur nächsten Ecke gehen und haltmachen!“ Als sie stehenblieben, traute ich mich lediglich, dem Mädchen etwas Geld anzubieten, was sie nicht annahm. Ich ging zu ihrer Mutter, die das Geld entgegennahm. Ich machte mich schnell auf den Weg, zumal ich nicht wollte, dass sie meine Tränen sehen würden. Diese Szene beeindruckte mich zutiefst.
In der darauffolgenden Woche besuchte ich meine Mutter, die in einem Pflegeheim lebt. Sie ist 96 Jahre alt, körperlich in guter Verfassung, jedoch leidet sie an einer sehr fortgeschrittenen Demenz. Um einen Dialog auf der Grundlage von Familienerinnerungen zu beginnen, fragte sie mich, ob das Militär immer noch da sei. Ich wusste wirklich nicht, was ich antworten sollte.
Als ich das Heim verließ, dachte ich über die Frage nach dem Militär nach. Ich wurde zwei Tage nach dem Militärputsch, am 13. September 1973, verhaftet und war von diesem Moment an bis zum 31. Dezember 1973 verschwunden. Während dieser drei Monate suchte meine Mutter regelmäßig die Militärkaserne auf sowie die Carabineros, die Kriminalpolizei und das Leichenschauhaus des Krankenhauses in der Hoffnung, Informationen über ihren verschwundenen Sohn zu erhalten. Die Grausamkeit der Militärs war ungeheuerlich. So fragte ein wachhabender Offizier meine Mutter, als sie eines Tages wie schon so oft in die Militärkaserne kam, um etwas über meinen Verbleib in Erfahrung zu bringen, nach dem Namen ihres Sohnes, zog dann einen Zettel aus der Tasche und sagte: „Ja, hier ist der Name Ihres Sohnes, er hat versucht zu fliehen und ist bei dem Fluchtversuch ums Leben gekommen.“ Als meine Mutter das hörte, wurde sie ohnmächtig und jemand, der sie begleitet hatte, nahm sie in seine Arme und brachte sie aus der Militärkaserne.
Überall auf der Welt und in allen Epochen gibt es Frauen, die leiden und unterdrückt werden, deren Würde mit Füßen getreten wird. Wenn ein siebenjähriges Mädchen ebenso wie eine erwachsene Frau leiden muss und wenn eine Mutter ihren Sohn sucht, ohne zu wissen, ob er lebt oder ob er hingerichtet wurde, nachdem er durch das Militär (Militärputsch) gefangen genommen wurde, so sind das Zeichen, die in allen Gesellschaften äußerste Beachtung finden müssen.
Anhand dieser beiden Fälle, die ich persönlich erfahren habe, wollte ich auf das Leid und die Ungerechtigkeit aufmerksam machen, denen viele Frauen auf allen Kontinenten ausgesetzt sind. Gleichzeitig möchte ich aber auch die Stärke und den Mut der Frauen hervorheben, die ihr Leben in die Hand nehmen, um sich den vielfachen weltweiten Widrigkeiten, insbesondere der Gewalt, entgegenzustellen.
(Gerardo Villagra Arenas, März 2023)
8 de marzo – día internacional de la mujer
Nuevamente me siento presionado emocionalmente a escribir algo sobre el Día Internacional de la Mujer. Me encuentro en Chile desde el día 31 de enero del 2023, estos viajes se realizaban periódicamente hasta el inicio de la pandemia, el verano de 2020, desde esa fecha se cerraron las fronteras en muchas partes del mundo, como una forma de detener esa maldita pandemia.
Mis primeros contactos con la sociedad chilena fueron mis viajes diarios dentro de la región y en todas las calles se puede ver la pobreza existente, donde cientos y cientos de vendedores ambulantes que en su mayoría provienen de la migración existente actualmente en Chile, haitianas/os, venezolanas/os, ecuatorianas/os, peruanas/os, bolivianas/os, bueno y también chilenas/os.
Una tarde de regreso de Linares, mi ciudad natal, a Talca, como a las 20:00 hrs, observé como las(os) vendedoras/es ambulantes regresaban a sus lugares de permanencia en la noche, con grandes bolsas y sacos con mercadería. Delante de mí ví a una niña de no más de siete años que en un pequeño carrito portaba un gran saco con mercaderías y delante de ella su madre arrastraba un saco mucho más grande por la vereda.
En un momento escucho a la niña que llorando le dice a su madre.. „no puedo más, la carga es muy pesada“.. y su madre le dice con mucha dulzura.., „lleguemos a la próxima esquina y hacemos un altito“.. y cuando se detuvieron, lo único que me atreví fue ofrecer a la niña algo de dinero que no aceptó, me dirigí donde la madre lo cual aceptó el dinero. Rápidamente seguí mi camino, no quería que vieran mis ojos con lágrimas, esta escena me había impactado enormemente.
A la semana siguiente visité a mi madre que se encuentra internada en un hogar de ancianos, tiene 96 años de edad, físicamente se encuentra en buen estado, lamentablemente sufre una demencia muy avanzada. Para tratar de elaborar un diálogo en base a recuerdos familiares, me pregunta si aún están los militares. Realmente no supe que responder.
Al retirarme del hogar pensé en la pregunta sobre los militares. A mi me detuvieron dos días después del golpe de estado, 13 de septiembre de 1973 y desde ese momento estuve desaparecido hasta el 31 de diciembre de1973. Durante esos tres meses mi madre recorrió periódicamente el regimiento de los militares, el cuartel de la policía uniformada, policía de investigaciones y la morgue del hospital, buscando información sobre su hijo desaparecido. Era tanto la crueldad de los militares que cuando mi madre acudió una de las tantas veces al regimiento militar, para preguntar sobre el paradero de su hijo desaparecido, un oficial que estaba en la guardia le pregunta a mi madre el nombre de su hijo, y el oficial saca de su bolsillo un papel y dice.. „sí, aquí aparece el nombre de su hijo, él trató de fugarse y en el intento de fuga murió“. Al oir esto mi madre se desmaya y una persona que la acompañaba la sostuvo en sus brazos y la llevó fuera del regimiento.
En todo el mundo y en toda época hay mujeres que sufren y cuando una niña de siete años debe sufrir como una mujer adulta y cuando una madre busca a su hijo sin saber si vive o fué ejecutado, después de la detención por parte de militares (golpe de estado), estos hechos son signos que se deben considerar en las sociedades. Haber observado personalmente los dos casos descritos, he querido reflejar el sufrimiento e injusticia a que son sometidas muchas mujeres en todos los continentes y destacar al mismo tiempo la fuerza y valentía para vivir y enfrentar las multiples adversidades de las mujeres especialmente la violencia contra ellas en el mundo.
(Gerardo Villagra Arenas, marzo 2023)